Maya La Tierra Libre

Maya tiene la apariencia física de una joven de poco más de 20 años. Es alta y de complexión fuerte pero delgada, de piel suave y bronceada y cabello largo y lacio de un color castaño oscuro que siempre lleva suelto aunque muchas veces cubierto con una capucha amplia de tela suave y ligera. Sus grandes ojos son de un color miel verdoso y muy hermosos que llevan la pintura que la distingue como una Theban. Su símbolo está conformado por las alas de una mariposa que se extienden a partir de su nariz y cubre sus mejillas, ojos y parte de su frente. Las alas representan claramente a su compañera, una Mariposa Monarca llamada Nicte Ha que fue el nombre de una preciosa princesa maya que habitó en la gloriosa ciudad de Mayapan, cuya belleza fue tan reconocida que generó una de las más cruentas guerras internas entre los mayas antiguos.  Un dato curioso es que la pintura que fue utilizada en el ritual de bienvenida de Maya era en realidad Bronce derretido.

La mente de Maya está oculta para todos aquellos que no formen parte de su clan o sean parte de la naturaleza. Sin embargo, por fuera Maya luce como una joven de pensamientos silenciosos pero analíticos. Al haber sufrido desde pequeña, Maya se habituó a una forma de pensar muy madura y concentrada, por lo que difícilmente algo pasa inadvertido frente a ella. Es una grandiosa mente, pero muy discreta, paciente y humilde, por lo que muy pocas veces se le ve alardear de su conocimiento. Al haber sido criada por una familia de la cultura Maya, la Theban es una mujer pacifista y muy tranquila que se instruyó desde joven con los sabios de su tribu por o que mantiene una postura madura en todo momento. A pesar de ser amante de la paz y la naturaleza, Maya no es para nada débil en ningún sentido y al reconocerse honestamente superior a otras criaturas, suele sentir pena por ellas, en especial cuando la ofenden, pues entiende con certeza que mentes tan pequeñas no merecen la pena de su ira o rencor. Por el contrario, abandona todo deseo de eliminarlos y se dedica únicamente a mantenerse en armonía con su entorno. Incluso si la incitan a pelear, Maya es el tipo de persona que contiene su espíritu en calma, pues sabe que fácilmente podría derrotarlos y dejarlos en vergüenza, y eso le causaría verdadera pena, en especial por ellos. Al ser de principios tan armoniosos y pacifistas, Maya odia la destrucción de la naturaleza y la defiende a capa y espada, a decir verdad, lo único capaz de obligarla a pelar es que alguien busque propasarse o dañar ya sea a su Clan o a la Naturaleza.  

La especialidad de Maya es Elemental, por ende ella tiene una conexión de lo más íntima con la naturaleza, lo que le permite manipularla a su antojo, especialmente para proteger y sanar, pero cuando es necesario, los trucos mágicos de Maya junto al control sobre la naturaleza le permiten las mejores combinaciones y ataques letales. El control de la naturaleza le permite manipular cualquier cosa que esta tenga, puede hacer crecer sin control cierto tipo de plantas que la proveen de un escudo impenetrable, igualmente puede expulsar el veneno que contienen algunas plantas hacia el enemigo, llamar enredaderas de una fuerza incomparable o plantas carnívoras de un tamaño descomunal. Además, al ser de especialidad Elemental, Maya es capaz de manejar a un alto grado los cuatro elementos principales, Tierra, Fuego, Agua y Aire. Además de ello, Maya es una experta en todo tipo de pócimas y una muy veloz hacedora, pues al tener contacto con la naturaleza, consigue sus materiales con gran prontitud ya que la mayoría son sacados de la tierra y las plantas, así, Maya es capaz de crear pócimas en segundos que resultan de lo más efectivas, desde elixires curativos hasta bombas con alucinógenos, es una experta alquimista.
Como un extra, gracias a la conexión con Nicte Ha, la Mariposa Monarca, Maya obtiene un poder único que nace a partir de la magia con la que se fundió el bronce que pintó su rostro. Cuando Maya lo desea, Nicte Ha se enlaza con la pintura facial y esta brilla con una luz que ciega temporalmente a todo a su alrededor para finalmente extenderse hasta su espalda y darle unas hermosas y enormes alas de mariposa idénticas a las de su pintura, su vuelo no es común, además, pues le da una velocidad impresionante y tienen una fuerza increíble que, impulsado con su velocidad, tiene un impacto colosal. Las alas tienen un peso de una tonelada cada una, por lo que muy difícilmente los ataques con ellas puedan ser defendidos con simples escudos, en especial porque son veloces y para Maya resultar ligeras, por lo que evitarlos tampoco es una opción.

Maya nació en Isla Mujeres, Quintana Roo, donde pasó junto a sus padres el primer año de su vida. A pesar de tener una buena vida y ahora una familia, el padre de Maya, a quien había nombrado así por el amor a su tierra, sentía la necesidad de volver al lugar que lo vio nacer, las tierras libres de su pueblo Maya, y por ello en el primer cumpleaños de su hija decidió que los tres viajarían de regreso a la península de Yucatán, sin saber ni imaginarse por un segundo que ese sería el peor error de su vida.
Cuando Maya se convirtió en una niña consciente y había despertado muchos aspectos de su mente, ocurrió precisamente en aquel estado de México algo que marcaría la historia de la tierra humana. Cuando los españoles pisaron sus tierras, los habitantes cercanos a aquel lugar donde ahora residía la familia de Maya fueron los primeros en caer sin ninguna oportunidad de alertar o huir. La familia de Maya fue quizá una de las últimas en ser encontradas y una de las que peor destino sufrió, pues al ser encontrados y vistos como una amenaza no sólo contra los conquistadores si no contra su iglesia y credo, los padres de Maya fueron fríamente asesinados frente a su hija, y un peor destino pensaron para ella. Al ser tan sólo una niña, Maya fue llevada al centro de Tenochtitlan, un lugar que nunca antes había visitado pero que la maravilló al instante, instante que duró apenas unos segundos cuando, junto a otras niñas que parecían haber sido víctimas de un trauma aun mayor al de ella misma, fueron entregadas a los españoles como esclavas. Entre los maltratos, los golpizas, los gritos y los trabajos pesados, Maya perdió toda esperanza de volver a ser libre alguna vez. Para su consuelo, si es que aun había cabida para ello, conoció a una niña de su edad llamada Azteca que había llegado ahí de una manera similar a su propia llegada. Con ella no sólo encontró alguien con quien podría contar en todo momento, sino una amiga verdadera y su última conexión con el mundo que alguna vez conoció. Con un recuerdo de la libertad a su lado reflejado en ojos jóvenes de una amiga, Maya poco a poco se llenó del deseo de libertad, el deseo de regresar a sus tierras la cultura, el nombre y el honor que alguna tuvieron. Inspirada tanto como Azteca, ambas niñas lograron escapar en una noche del descuido español. Después de mucho vagar sin rumbo, las jóvenes se encontraron con una pareja de brujos que se ocultaban aun temerosos de la ya terminada Santa Inquisición. La pareja adoptó a las niñas como suyas y les dieron refugio y un lugar estable. El tiempo que había pasado había vuelto a las hermanas adoptivas en almas inseparables. No se veían como co trabajadoras o como dos personas adoptadas por una misma pareja, no, Maya y Azteca se habían convertido en verdaderas hermanas del alma y espíritu… habían recuperado la vida, al menos por un tiempo. Para sumarse a su lista de desgracias,  sus padres adoptivos fallecieron por causas que a ellas no les dio tiempo de investigar, sin haber vivido lo suficiente para encariñarse con los brujos, las niñas regresaron a su viaje sin destino, caminando pueblos enteros sin contar con nadie más que esa hermana a su lado, y eso era suficiente. Finalmente, al borde de un agotamiento total entre hambre sed y cansancio, las niñas encontraron un pueblo de aspecto terrorífico y oscuro, pero bastante familiar y, extrañamente, lleno de vida. Se trataba de nada menos que Catemaco, Veracruz, un pueblo limpio de españoles y poblado por brujos que buscaban lo mismo que aquellas hermanas; libertad, paz y, sobre todo, venganza.
Para Maya fue volver a nacer. Los Theban, el Clan de los Brujos en Catemaco, le dieron la bienvenida a los suyos igual que a Azteca. La pintura en su rostro representó su liberación, aquello a lo que con esmero se aferraba, lo que buscaba a cada paso y respiraba tan lejano. Finalmente encontrando lo que tanto había anhelado, Maya se integró a algo aún más grande de lo que la iglesia que le robó todo creyó ser, y ahora, junto a su nueva familia, se propone cumplic on la venganza de los Theban.