Biblioteca

Las puertas se encontraban abiertas de par en par, mas el recién llegado decidió cerrarlas para mayor tranquilidad. Aún podía escuchar a lo lejos las voces de los líderes del resto de clanes, debatiendo qué hacer con sus problemas. Sin darle mayor importancia, empezó a pasearse por los largos pasillos del lugar, rozando con la yema de sus dedos los libros de las estanterías por las que iba pasando. Al contrario de los de su palacio, estos acumulaban el polvo por su gran desuso. Casi nadie puede entrar aquí, es normal, pensó para sí.

Pasaron apenas unos minutos hasta que sus manos se detuvieron en un gran volumen que formaba parte de toda una colección de libros. Lévi-Strauss. Su semblante se mantenía inexpresivo, aunque una chispa de alegría estalló en su interior. No le había costado encontrarlo: estaba tal y como lo dejó, en el mismo sitio.
Sosteniendo el volumen en una de sus manos, tomó asiento en el viejo y acomodado sillón que se encontraba frente a la lumbre, que se encendió de la nada. La calma se adueñaba del lugar y la lluvia sonaba apenas de fondo, cubriendo por completo las voces que antes se oían provenientes de la sala de reunión. Ya listo, empezó a pasear sin prisa la mirada por las hojas gastadas del libro.

Antes de salir al exterior para empezar a ordenar los primeros movimientos, el chico de la lluvia pasó por la biblioteca junto a su acompañante de rostro firme.
- Por qué será que ningún título me sorprende? -preguntó con su habitual voz suave y calmada, paseando la vista por los libros apilados en los estantes.
- Por que los has visto todos antes. Hay copias en la Universidad -repuso Aneil con una leve sonrisa.
- Recuerdo haber estudiado este durante seis días con sus seis noches para un examen -reveló el chico de ojos verdes tomando uno de los libros.
- Muy mal no te pudo salir. Jamás reprobaste ninguna.
- Reprobar habría sido un duro golpe teniendo en cuenta mis habilidades para memorizar, copiar y agasajar -sonrió Sony, dejando el libro donde estaba.

- ¿Que Hacemos aquí? - pregunto entonces la voz baja y forzada de Alexia.
Los puños de la chica de pelo rubio temblaban como siempre que se encontraba completamente enojada, como.también se podía sentir el calor que su cuerpo irradiaba al tener una elevada temperatura. La muchacha miro a su alrededor mirando la biblioteca, nada mal pero no se asemejaba a la del Sacro Imperio, la cual podía definirse como un laberinto en todo su esplendor.

Asha no respondió a la pregunta que Alexia le había hecho, tan sólo cayó.y siguió arrastrándose hasta dejarla en un sofá y desaparecer con sus graciles movimientos en busca de algún libro.

Sony siguió caminando por su pasillo mientras escuchaba pasos en el pasillo de al lado. Con un poco de oído y detenimiento había aprendido a identificar a las personas con las que se había reunido últimamente solo por el sonido de sus pisadas contra el suelo, de manera que adivinó de quien se trataba sin necesidad de ir a comprobarlo.
- ¿Sabes, Aneil? Cuando van a una biblioteca con información histórica, los clanes suelen buscarse así mismos para comprobar si los hechos les hacen justicia. Creo que las cosas serían diferentes si dedicaran ese tiempo a ojear libros que trataran sobre otras personas. -Su mano se enterró en un estante y sacó un gran libro con excelente habilidad. Cuando llegó al final del pasillo encaró a Asha y le lanzó el objeto a sus manos-. Mira. Un libro sobre Kolmainsus -le dijo con un brillo misterioso en la mirada.

La mujer llegó al final del pasillo y sintió el rozar del aire dirigiéndose a ella, en aquellos momentos había omitido por completo la voz del Fawkes pero no su presencia. Instintivamente giro hacia el lugar y con perfectos reflejos y delicadeza tomó el libro escuchando lo ultimo que dijo Sony. Clavo su mirada celeste translucida, como el color del hielo en la verde de Sony y en se momento un brillo se hizo presente en estos. Sonrió tranquila y algo arrogante.
-Sabes una cosa niño- la mujer abrió el libro de terciopelo azul, color que representaba a la nobleza en todo su esplendor. Acarició entonces las añejas hojas llenas de escrituras y dibujos. Sus ojos se posaron en la tinta oscura y sonrió de lado.esta vez para sus adentros - Yo se que hay dentro de este libro milenario, después de todo lo escribí junto con el Séptimo Dragón, Sar-Elam, pero claro tu no sabes quien era- cerro el.libro y se acercó a Sony con gracia y delicadeza, sus pasos eran imperceptibles en ese momento- así que me parecería grandioso que lo leyeras tu, o aquella mujer que tiene la gota de Sangre del Dios Elemental Ylath así se ahorra las sorpresas cuando se enfrente a Alexia - posó el libro en las manos de Sony con tranquilidad, su voz estaba rodeada de tranquilidad y serenidad, mientras que un aura pacífica rodeaba a La madre de los Dragones -
Entre tanto Alexia quedó sentada en el sofá, escuchando con tranquilidad la respuestas de su Líder, sonriendo de costado al sentir la paz que rodeaba a la mujer de largo y brillante pelo azabache

El chico entornó sus ojos verdes con una irritación ciertamente graciosa. Odiaba que lo llamaran niño, pero no era algo que pudiera admitir con facilidad.
Cogió el libro con delicadeza pero sin dedicarle una sola mirada, y lo dejó en el estante diciendo:
- Yo ya lo he leído, querida. Es por eso que sé cómo venceros. -La Universidad de Altaria era, a todas luces, un hervidero de secretos contra otros clanes. Quien estudiaba ahí salía más que preparado para enfrentar con éxito cualquier sorpresa-. En cuanto a Furiosa, dudo mucho que le dé por abrir un libro si no es para sonarse los mocos con sus páginas. Y aún así no parece preocupada por perder ante nadie.
Aneil sonrió con malicia.

La joven de pelo oscuro ladeo la cabeza con una sonrisa diminuta en sus labios antes de percatarse de la presencia de Alexia detrás suyo.
La rubia clavo sus intensos ojos verdes en Sony, entrecerrandolos hasta quedar como rendijas, estudiando al Fawkes con tranquilidad.

- Y dime 'señor todo se de los Clanes' ¿como puedes vencer a un Kolmainsus?- Alexia fue la que hablo, sin pelos en la lengua sin matizar ninguna palabra con algún tono de tranquilidad dejando que fluyan y salgan de una forma afilada y envenenada.- A demás, querido sólo hay dos libros que cuentan todo sobre los Kolmainsus, uno está acá y el otro- sonrió antes de soltar un poco de aire por entre sus perfectos dientes- bueno no es difícil de adivinar, se encuentra en la Biblioteca del Sacro Imperio-

-Descara Sethec IME- le susurró Asha con tranuilidad en su voz en aquella lengua extraña que sólo los pertenecientes al Clan podían hablar. Alexia ni se inmutó ante aquellas palabras, quedó aun con la mirada clavada en Sony.

Sony alzó ambas cejas, como si le sorprendiera su pregunta.
- ¿Por qué iba a contestar a eso? Bastaría mencionar los puntos débiles para que el rival vaya y los corrija. -sonrió levemente-. Todo el mundo cree que su clan es inmune hasta que va una buena estrategia y los destroza. Incluso los Urkangers con sus pieles de acero se creían insalvables, pero yo no maté a Anzai porque el destino no quiso volver a ponérmela delante. Porque de hecho, también tengo la clave de cómo hacerlo.
Sony se encogió de hombros mirando la estantería distraídamente. En ese momento más que nunca estaba dando la talla de un asesino experimentado, cosa que no se había molestado en demostrar en ningún momento de la reunión.
En cuanto al segundo comentario de Alexia, fue Aneil quien soltó una carcajada.
- Los libros están hechos para ser copiados, Alexia. Si sois tan importantes como os creéis, es imposible que solo haya dos libros en el mundo. Y de hecho, hay más de dos. Te lo aseguro para despejar la duda.
La chica de pelo negro sonrió tranquilamente.

El Jëylls cerró el tomo de un golpe y se levantó de mala gana, aunque su rostro apenas se inmutó. El libro que había tomado se elevó en el aire y regresó automáticamente a su sitio correspondiente, mientras que el líder veterano avanzó con pasos raudos y firmes hacia los recién llegados.
Cuando su vista los alcanzó, apenas se acercó lo suficiente como para que su imponente voz, cálida y áspera se oyera bien.
—Disculpadme, pero este no es lugar para discusiones y debates. Para ello, podéis ir a cualquier otra parte. —Su voz no parecía amenazante, aunque tampoco titubeó—. Si venís para pasar el rato y no en busca de conocimiento, una biblioteca no es lugar para ustedes.

En ese momento se preguntó si aquellos eran los líderes de sus correspondientes clanes. Desde que abandonó su puesto y todo había permanecido en calma desde entonces, no andaba al tanto de los nuevos integrantes y cambios que habían tenido lugar, pues estaba fuera de su deber e interés. Aquel lugar únicamente era accesible para los de más alto rango en su clan y, si en efecto lo eran, la escena era demasiado patética. Tener que actuar como mediador con gente que se comportaba como niños y no poder leer en una biblioteca hacía temblar su paciencia, así que cruzó los dedos para que no le hubiese tocado al rebelde de turno que empieza a cuestionar lo que dices con el fin de demostrar su superioridad e "intelecto"; porque el tiempo era algo que no estaba dispuesto a perder, y mucho menos con esa clase de personas.

[Ese incómodo momento en el que Lu no creó más posts y por eso tuvimos que venir a la biblioteca a hablar xD]

ZigZag escribió:[Ese incómodo momento en el que Lu no creó más posts y por eso tuvimos que venir a la biblioteca a hablar xD]

Un like a eso xD

[Jajajajajaja, Incomodo, demasiado]

La joven sonrió en forma desagradable ante la respuesta de Aneli. No era estúpida, sabía que los libros eran para copiarse, pero todos siempre guardaban sus secretos.
— No, la duda no la tengo querida mmm... — pensó por un momento su nombre— Aneli ¿Así era verdad? — enarcó una ceja mirando a la de pelo negro, estaba tranquila pero se podía notar la impaciencia en sus pensamientos. No tenía ganas de estar allí, tenía ganas de estar correteando a los estúpidos Zheitë que se acercaban a los límites de los territorios, como también prefería matar demonios de Misáianes que osaban atacar el Sacro Imperio Grifo. Resopló y miró la nuca de Asha sabiendo que ella la estaba escuchando en sus pensamientos, puso los ojos en blanco y volvió su mirada a la Fawkes — A demás, los Originales siempre esconden secretos que ni las copias pueden tener — dicho esto sintió como los pasos de alguien más se acercaba a los cuatro y después escuchó aquella voz.
Esta vez Alexia quedo callada, tan solo volteó la cabeza para ver de quien se trataba, mientras que La madre de los Dragones giraba para quedar mirando de frente a las estanterías, más ladeo la cabeza para clavar sus vivos ojos del color del Hielo en el ex líder del Clan Jëylls y sonreír de costado.
— Perdone el ruido señor — dijo entonces disculpándose en nombre suyo y en el de Alexia, miró de reojo a los Fawkes, tal vez también se estaba perdonando por ellos. Como fuere, la joven de pelo largo y azabache volvió a clavar su vista en Nezil — No se que estaban tramando los miembros del Clan Fawkes, pero yo vine en busca de libros para mi y mi acompañante — culmino, y su voz en ningún momento tuvo altibajos, se mantuvo tan serena y tranquila como siempre y su aura pacífica envolvente y aplastante seguía intacta.

Sony hizo un gesto con la mano para restar importancia a sus palabras. Al parecer, ellos tenían sus trucos.
Cuando Nezil se acercó, los miembros del clan de la Tormenta volvieron su mirada hacia él.
- Lo sentimos -respondió la mujer con solemnidad-. Ya hemos acabado.
Aneil dejó en la estantería el libro que tenía entre sus manos y ambos se volvieron para marcharse con una sonrisa en los labios.

El Jëylls apenas volvió a pasear la mirada por el lugar y, satisfecho, su figura se perdió entre las estanterías y estanterías de libros que había en la biblioteca. En su camino, sus oscuros ojos azules se cruzaron por última vez con el libro que antes se encontraba leyendo, pero no lo tomó, sino que salió tranquilamente por la puerta principal. Puede que tal vez regresara más tarde, pero de momento aquella interrupción había acabado con su interés por la lectura.

Ambas mujeres miraron de reojo como los Fawkes se fueron del lugar seguidos de Nezil. Una vez sola Alexia rió por lo bajo mientras que Asha apenas sostenía en su rostro una sonrisa.

-Quareth Sé IME - dijo entonces Asha antes de posar una de sus manos delicadas en ella.

La Líder del Clan empezó a caminar entre las estanterías ojeando con la mirada cada titulo que había, ninguno le despertaba la atención en ese momento por lo que después de unos largos minutos desaparecieron de la estancia.

Con el mentón apoyado en su mano izquierda, y sentada tras un cómodo escritorio de madera, observaba la noche tras una ventana alta de la biblioteca. Estaba cansada, pero no tenía sueño pues se le escapaba de solo pensar que él podría entrar en cualquier momento, o al menos eso esperaba hasta ahora.
La esperanza de ver a aquel hombre se borraba con el paso de las horas despiadadas, 27 de ellas en su maratón de espera.
A unos pocos pasos se encontraba una estantería alta con decenas y decenas de libros y, del otro lado, la única persona que se había decidido acompañarla en su agudo viaje. No dio razón para hacerlo, pero su hermana lo obviaba.
Al pensar en él notó lo injusto que fue hacerlo esperar tanto, así que con un suspiro y forzando sus engarrotadas piernas, se puso de pie y rodeó la estantería.
Ahí estaba el niño, concentrado en un grueso libro abierto frente a él, apenas en sus primeras páginas. A su derecha una pila de 2 libros igual de grandes, y a su izquierda una pila más con 4 de ellos. No se detuvo a mirar los títulos, y aunque no supo a qué pila correspondían los que ya había leído, lo adivinó.
-¿Listo? - preguntó con una voz que sólo se podía describir como "miel".
El niño esperó hasta terminar el párrafo que leía para alzar los ojos hacia ella. Asintió una vez, cerró y abrazó el libro que era tan grande que cubría su pecho entero, y se puso de pie.
-¿Planeas robarlo? - preguntó ella con media sonrisa agotada.
-Planeo regresarlo. - contrarrestó con caletre. Ella supo de inmediato a lo que se refería, y la apenas visible sonrisa en sus labios se desvaneció. Él buscaba un pretexto para volver.
No supo qué contestarle por unos segundos, y cerca de la entrada le dijo, ya sin muchas ganas;
-Vamos, Cliff. Es tarde, y no deberíamos estar aquí.

Tembló, todo en ella y a su alrededor. Resonó en su corazón y mente, y tembló aún más.
¿Otra vez su imaginación le estaba jugando una mala pasada, o después de todos los pronósticos estaban ahí? Parados, presentes, vivos.
No podía moverse, ni siquiera sus pulmones la habían dejado respirar por miedo a perderlos de vista, ni hablar de pestañear. Después de todo las lágrimas ya habían humectado sus pupilas y no paraban de caer. Si era un sueño definitivamente no quería despertar.
-¿Cliff? -reaccionó apenas los vio dirigirse a la salida, pero sin atreverse a dar un paso más. Kyrara se dejó ver saliendo desde las góndolas más alejadas. Parada justo ahí, aterrorizada con la idea de una alucinación, pero ellos no se desvanecían. No desaparecían a la nada como a menudo soñaba, estaban ahí, por todos los dioses que estaban ahí.
Bajó su mentón y aquella melena roja cubrió su rostro, rezando a quien sea que la oyera por una respuesta. Rogando a gritos mudos que aquella voz que tan perfectamente resguardada en su memoria estaba volviera a llamarla, que la saludara, que esos ojos la vieran. Su pequeño estaba ahí y qué inútil se sentía, no podía hacer nada más que esperar a que fuera verdad.
No había manera de describir la ansiedad que la Jëylls controlaba, y si tan solo aquella mágica habitación permitiera enseñar su aura todos lo sabrían. Estallaba.
El rostro de aquella mujer se encontraba tan hermoso como recordaba, y su niño, su precioso niño, ni siquiera había olvidado sus modos de andar. Sus pasos, sus gestos. Su todo estaba ahí, intacto.