Los Seis Grandes Clanes
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Adramelech Bastian Mörn

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Mensaje por Dróttning Lun Mayo 06, 2019 2:36 pm

Adramelech Mörn
"I give hope to my people, I keep none for myself."
13672 años
Mørket
Masculino
Reino Mörn
Anmörer
Soltero
Lord of Blood

Nombres Alternativos

~ Arn-Adramelech: Referencia formal a su título como Anmörer, significa “Rey Adramelech”. El prefijo es adjudicado a todos los Altos Reyes de Dessembraë mientras que el prefijo Tar- es utilizado para los reyes/reinas menores.
~ Ïlranion: “Hijo de Ïlranie”. Otro nombre utilizado formalmente en referencia a su madre. Hace ya años que nadie lo ha llamado por el, no desde la muerte de su madre.


Pareja y Descendencia

Actualmente Adramelech carece de pareja y no posee descendencia alguna. En verdad, el antiguo Mørket jamás ha tenido una compañera, al menos no formal, y nadie conoce si el formar una familia es una de sus ambiciones.


Familia

Adramelech no tiene ningún familiar directo de sangre con vida. En tiempos recientes y como dicta la costumbre de su pueblo ha adoptado una hermana política en Erestor Gilhad Mörn, Princesa de Tol Guldrain quien se convertirá en su hermana de sangre cuando alcance la mayoría de edad.


Personalidad

“Lo he encontrado cambiado. Como una bestia encadenada, un río estancado. Se ha escondido de sus propios ojos, pero ya no más. Él viene.”- I Parf ín Nimrodel (El libro de Nimrodel)

Enfermo de soledad, carcomido por su poder. Los años se han hecho pesados, muchísimo más de lo que quienes lo conocen pretenden saber, y el Mørket con fama de helado y de temperamento corto los ha visto moldearlo en maneras que jamás creyó posibles. Adramelech finalmente se ha superpuesto sobre la naturaleza que innegablemente lo caracterizó la mayor parte de su vida, y desde hace muchos siglos sus contemporáneos lo han conocido con un rostro muy diferente al que los antepasados.

Un hombre con un carácter fuerte pero cuidadosamente restringido, Adramelech se destaca por su usual silencio, su absoluta atención y la sabiduría y precaución que la edad bien ha sabido cultivar. Guarda sus pensamientos y maneras, lo que lo ha hecho también un hombre bastante impredecible y ha logrado que ese manto de misterio caiga sobre sus hombros. El Rey de los Mørket es, y con razón, el Mörn más conocido y, sin embargo, es también del que menos se sabe. Su historia ha hecho relucir destellos de la personalidad de Adramelech que nadie hubiera discernido de no ser por la ocasión, tales como su perseverancia, su lealtad al clan y su capacidad -ya histórica para los Mörn- para guiar y proteger a sus seguidores.

Suele manejarse con tanta calma y serenidad que para la gente es fácil olvidar que ese hombre, aún de rostro joven, es el mismo que libró las más grandes guerras y sufrió los más crueles castigos, que ha visto con ojos propios más historia de la que algunos siquiera conocen y ha derramado más sangre en nombre del simple deseo que miles de manos combinadas. Y harán bien en no olvidarlo, pues aquello que descansa dentro del Mörn, tan cuidadosamente encerrado, posee una naturaleza mucho más oscura incluso que la que Adramelech puede portar en sus peores momentos. Es el poseedor de una sabiduría hija de los años, de aquel destacable poder de observación de los ojos que han visto mucho y, por sobre todas las cosas, de esa guardia eterna en contra de los dolores y lamentos que ha encontrado a cada esquina de su camino.

Solo un puñado de personas, ya la mayoría fallecidas y perdidas en el tiempo, ha visto atisbos del lado más gentil, por ponerlo de algún modo, de Adramelech. Una vez atravesada aquella postura educada y respetuosa pero heladamente seria que lleva con desconocidos, es capaz de demostrar calidez. No es una cualidad natural en él, sabe muy bien que el afecto y la admiración por otros fueron cualidades obsequiadas a él por los años y entonces ha sido un proceso de construcción el aprender a demostrar esta índole de sentimientos. Por mucho amor que pudiera profesarle a una persona jamás pudo esbozarlo naturalmente y por ello aprendió a hacerlo, a actuar. Y esto fue suficiente para quienes supieron comprender esta inhabilidad que al menos hasta hace poco ofuscó al Mörn.

Pero más allá de estos cambios y su propio aprendizaje, cuando uno nació para ser algo no se oculta ni se olvida fácilmente. En la actualidad se ha encontrado ya tan a gusto tanto con su magnificencia como con su corrupción, y esto lo ha hecho -pues no podía ser diferente- más peligroso de lo que jamás lo fue. Pero nunca debe permitirse olvidar qué fue primero y la realidad de lo que sus más profundos deseos le indican o correría el riesgo de que su más grande secreto salga a la luz, y lo consuma una vez más. Ha cambiado mucho, sí, pero jamás podrá suplir aquellos elementos que lo han hecho quien es, los que conforman la faceta más pura y natural de su ser.


Descripción Física


“Lo he encontrado ... joven, de muchas maneras. Más joven que la última vez que lo vimos. Impone sobre su alma, ese cuerpo joven, ese joven disfraz.” – I Parf ín Nimrodel

El Rey de la dimensión oscura porta la apariencia de un hombre joven, tal que traiciona la antigua edad de su alma y que, según algunos, no debe ser su apariencia natural, pues si bien los Mørket han sido obsequiados con la inmortalidad, sus cuerpos alcanzan apariencias correspondientes a un adulto maduro la cual Adramelech ya debería poseer. Y es entonces que se sucede esa impactante dicotomía entre la agradable, elegante apariencia del Mörn y la aplastante antigüedad, el crudo poder del aura que se desenvuelve alrededor de él como una tempestad.

De espalda y hombros anchos, Adramelech posee un cuerpo fornido y bien marcado que, a pesar de ello, jamás se encuentra descubierto en presencia de nadie. El Mörn siempre utiliza ropajes que cubren cada centímetro de piel, a excepción de su cuello y rostro. Incluso sus manos, anchas, fuertes y labradas por el trabajo se esconden detrás de guantes. Detectar la razón no es difícil si se conoce el pasado del Mörn, pues no es ningún secreto que porta el estigma de los crímenes de su familia en su propia piel, y ni la imaginación alcanza para idear la extensión del daño visible en su cuerpo. El guerrero que fue desgarrado y roto en todas las maneras imaginables y sin embargo volvió a ensamblarse y a recuperar su fuerza.
Su cabello es totalmente negro, descansa contra la piel pálida y fría del Mörn. Su rostro es de facciones fuertes y afiladas, la verdadera expresividad de las mismas oculta por la usual fachada neutral y hasta algo monótona del Mörn. La regla es válida incluso para los ojos de Adramelech, blancos como el alabastro, como la luz de dos estrellas recién nacidas salvo por el único punto negro de su pupila que pareciera dispuesto a devorarlos en profundas tinieblas. Como sucede con todos los miembros puros de su raza, los consume un rojo punzó cada vez que la sed del antiguo Nareth comienza a asentarse sobre sus necesidades, opacando a todas y cada una.

Adramelech no acostumbra tomar su forma animal y pocos pueden adjudicarse el enorme honor de haberla visto y vivir para contarlo pues es sabido que, entre los suyos, es considerado el Lobo Oscuro más magnífico que ha agraciado las tierras de Dessembraë desde los antepasados originales. En las antiguas grandes guerras del Clan los traidores y enemigos lo llamaban Gorgoth ín Auril, la “Sombra de Auril” por la similitud física que comparte con las descripciones del más celestial y poderoso de los Mørket que existió jamás, el primero de todos.

Es un lobo de proporciones enormes, reteniendo esa extraña morfología que tanto caracteriza y beneficia a su raza. El cuerpo del Mörn esta rodeado de una gruesa e imponente capa de sólido y visible músculo, ensanchando y reforzando cada centímetro de su forma. Posee patas largas y gruesas, una espina tan poderosa como flexible y una cabeza enorme, que sostiene el temible hocico que, a diferencia de lo que acostumbra su raza, tiene una dentadura muy diferente. Los dientes de Adramelech son más largos, resistentes y curvados, dándole una mordida incluso más dañina que la de sus pares. Similarmente se puede hablar de sus garras, que si retraídas al máximo pueden hundirse en la carne y atravesar hueso. Lo cubre un espeso pelaje de tonos obsidiana en su totalidad, que pareciera mezclarse con la oscuridad a su alrededor para hacerlo totalmente invisible si se encuentra en el elemento predilecto por toda su raza.



Poderes



Ningún alma viva ha visto al Rey de los Mørket desatar las mareas más profundas de su poder, trece milenios sin haber dejado a nadie respirando para contar lo que con tanto cuidado se ha encargado de ocultar. Los motivos detrás de esto son desconocidos, y nadie ha osado cuestionarlo, no luego de quienes eligeron subestimarlo por primera vez. Solo al aura que lo rodea peligrosa y alarmante es testamento perceptible de este secreto. Oscura y extensa, profunda y pesada como las aguas del mar, impasible al tiempo y con la advertencia de su antigüedad. Es una señal de peligro andante, incluso cuando no existe nadie para corroborar la veracidad de lo que representa.

Como todo Mørket, sus cualidades físicas se ven ampliadas, otorgándole una fuerza, velocidad, agilidad y resistencia abominables. Esto es especialmente cierto en Adramelech, quien habiendo relegado sus dones al misterio se vale por su capacidad como guerrero la mayoría del tiempo y que, siendo tan viejo como lo es, ha tenido siglos para perfeccionar su arte. Sin lugar a duda, es el miembro más poderoso de su clan y con buena razón. Ha visto más muerte que vida y la guerra ya es un segundo hogar para él, habiendo desarrollado a prueba, error y herida una mente filosa y refinada, la de un estratega consumado y experto. En relativamente pocas ocasiones no le ha bastado para salir vencedor en sus encuentros, pero eso no quita que el combate físico y mental -aquel que deja de lado sus verdaderas habilidades- saca a la luz sus más básicos instintos y es en estos momentos cuando Adramelech posee menos control sobre sí. Lamentablemente, el restringir sus dones e instintos es tentar a la naturaleza que oculta y por ello ha aprendido a ser prudente y medido en sus batallas y a no dejar que su sed de sangre y muerte lo ponga en evidencia, costándole el poder mostrar su verdadero desempeño en su totalidad.

Sin embargo, la parte más importante y peligrosa de un iceberg es la que se encuentra debajo del agua. Uno no simplemente sobrevive los horrores que ha visto por mera suerte, y no es una excepción a esta regla. Adramelech ha sido dotado con el poder de la oscuridad, la corrupción y el desvanecimiento. "Lo que es oscuro se dobla a su voluntad y él es el amo de las cosas que se han roto", fue lo que escribieron las sacerdotizas de sangre al nombrar a quien en su momento nació como un príncipe. Este poder le otorga control sobre diversos elementos, lo que es más importante, la oscuridad, la influencia y la desaparición.

Puede manipular el elemento de la oscuridad primordial como desee, un rasgo a menudo visto y favorecido por su raza. Lo ha llevado a otro nivel y se ha convertido en lo que los Mörn conocen como Dur-lham, una lengua en la sombra. Adramelech ya no tiene que buscar influencia sobre o acumular oscuridad, porque naturalmente lo busca y se reúne a su alrededor. Está protegido por esta oscuridad y expande sus sentidos y su percepción más profunda, lo que lo hace muy consciente de su entorno y muy difícil de sorprender. El vínculo que comparte con esta oscuridad y su lealtad hacia él lo hace más fuerte pero dependiente, y si se separa de él, le tomará algún tiempo recuperarla. Aunque no está destinado a ser usado de esta manera, se sabe que obligó a esta protección natural a abandonarlo en favor de proteger a otros.

En cuanto a su capacidad para corromper, no significa que sea capaz de hacerse cargo de la voluntad de otros, sino que más bien la convierta en algo en lo que pueda influir mejor o no ser perjudicado. De este don único que solo posee él nacen dos de sus poderes más importantes: el señorío sobre la sangre y la no-luz. Poco se sabe sobre el primero, y su posesión sobre el segundo, los mayores secretos de Adramelech. La no-luz, conocida como Úgalad en su lengua. Adramelech puede corromper y consumir cualquier forma o fuente de luz. Alimenta la fuerza de su oscuridad y llena su poder. La "no-luz" puede incluso ir tan lejos como para aspirar el brillo de un alma o el brillo de una vida si se deja a merced de ella. Es una energía que fue programada, diseñada y concebida para buscar elementos que destruir, y que se regocija en el dolor y en la falta de todo lo que sea bueno, pero no es solo un elemento poderoso. La no-luz llena su portador con un profundo odio a la luz pero también con una necesidad abrumadora de consumirla, buscarla. Muy parecida a la sed, Adramelech ha tenido que aprender a controlar y resistir su fuerza, a riesgo de no perjudicar lo que no debe. El poder ha sido representado en las antiguas leyendas de los lobos oscuros, y es un presagio de grandeza, terror y dolor, más temido que admirado y con más desenlaces catastróficos que de gloria. Sabiendo lo delicado que puede ser, lo usa con moderación y solo lo suficiente para satisfacer la necesidad que impone. La no-luz, en manera similar a su oscuridad, muestra un interés por protegerlo, en servicio de que Adramelech sea el nodo mediante el cual se expresa. La principal manera en la que otros han descrito la protección de la no-luz, es que ha fundido su mente con su alma y tratar de alcanzar cualquiera de las dos es descrito como hundirse en una agonizante negrura. Adramelech no tiene control sobre estas características, y sufre las consecuencias de a veces no poder referirse ni a sí mismo al analisis de sus propios pensamientos.

Finalmente, resta describir su poderío sobre el desvanecimiento que es el único de sus dones que, en pequeña medida, muestra abiertamente al público. El desvanecimiento es un suceso que ocasionalmente encuentra la vida de un Mørket, causa la descomposición de su alma y la muerte. Nunca han podido saber por qué Dessembraë incluyó esta falla fatal en sus hijos ni qué la provoca específicamente, aunque se ha reportado a través de los años que sentimientos muy fuertes o por períodos prolongados de tristeza, furia o trauma pueden provocarla, a veces sucede solo porque sí. Adramelech tiene la capacidad para rozar un poco esa parte de su alma, y con el tiempo ha aprendido a utilizarla para “viajar”. Es uno de los mejores y más veloces teletransportadores en existencia, pues muy literalmente puede destruir su alma, desapareciendo, y sostenerla la suficiente cantidad de tiempo como para volver a recrearla en otro sitio en un proceso efímero y que sucede en menos que milésimas a través de distancias inconcebibles. Como el poder parte de su alma, su única limitación es que solo puede ir a sitios donde ya ha estado o visto. Puede llevar personas u objetos con él. Sin embargo, lo que la gente ignora es la agonía del proceso, pues muy literalmente se destruye cada vez que se mueve en esta manera y si bien el ya ha aprendido a controlarlo, es esta la razón por la cual evita a toda costa teletransportar a otros seres, la gran mayoría no sobrevive el viaje o deja su alma destruida más allá de lo reparable.



Historia

Nacido en Dessembraë hijo de Annach Lisser, cabeza de la familia Nareth y líder del Clan Auril y su esposa Ïlranie Lasbelen, Adramelech vio los primeros años de su vida pasar en épocas de paz y prosperidad. De sangre noble y con un futuro que todos esperaban yaciera en las más altas cortes del Clan, fue educado y entrenado desde una temprana edad tanto como guerrero y como líder. Hijo único, compartió un lazo muy especial con su padre pero aún mayor con su madre. Ïlranie, conocida como Vanima (“la Bella”, lit. “Hermosa”), fue quien estuvo a cargo de su crianza y la mayor parte de su entrenamiento. Adramelech tenía solo cincuenta años cuando su padre falleció y su madre, con el corazón roto, le siguió poco tiempo después.
Así se rompió la paz y comenzaron las más terribles guerras en la historia de su Clan de las cuales fue partícipe tanto como soldado primerizo hasta alcanzar el rango de Capitán de la guardia de Alocer. Armó su fama como guerrero y se volvió el terror de los enemigos del Clan, pero no cegó sus ojos a las fallas de su tío y a como su gente sufría por la tiranía de Alocer. Al comenzar la rebelión en contra del mismo y enterarse que el hombre a quien servía no era solo responsable del decaimiento y la infelicidad de los Auril sino que también de la muerte de sus padres, fue el mismo quien desafió a Alocer a duelo y derrotándolo lo entregó al líder de la rebelión. Pero luego de las atrocidades cometidas por Alocer y los Nareth, quienes se habían embriagado de poder, no fue suficiente para reivindicar el nombre de su familia. Se le perdonó la vida por sus acciones pero no se lo dejó sin castigo, y fue en ese entonces cuando el Estigma de los Nareth fue inscripto en su piel con armas, garras, dientes y fuego.

Los siglos volvieron a pasar y el Clan, ahora liderado por los Lathander, volvió a aceptarlo como uno más. Lo vieron con respeto y no con desdén y, para su disgusto, se volvió una de las figuras en el Clan. Adramelech estaba lejos y con ordenes secretas de Cresil cuando la sublevación de los Grimmna, liderados por Synyster, tuvo lugar. Regresó a un Clan completamente masacrado. Luego de que sus propios hijos se volvieran en su contra y lo derrotaran, y de que Adder Mörn, como escogieron llamarse ahora, reuniera a los Mørket restantes fue cuando lo buscaron. Pues Adramelech era el único que quedaba con descendencia directa de la antigua corona de los Mørket, y era hora de regresar a la tierra que los vió nacer.



Datos Curiosos

~ A pesar de las miles de cicatrices que hay en su cuerpo, Adramelech sabe identificar la causa de cada una, especialmente con respecto a cuales recibió en su castigo y cuales en batalla o por otras causas.
~ Jamás tuvo una pareja ni profesó amor romántico por nadie. Las únicas personas con las que tuvo un lazo de verdadero afecto fueron su Madre y Kilian Ainhara Auril. Es una de las emociones más difíciles para él, pues no la ha comprendido bien nunca.
~ Siempre se lo reconoció como un Protector y se ha convertido en un símbolo de esperanza y seguridad entre los Mørket.
~ A diferencia de los otros Auril abandonó a su Duatch-draig, Burzum, en Dessembraë cuando partieron. La bestia ha crecido en maneras indescriptibles desde la última vez que lo vio, empapado por la esencia de Dessembraë.
~ A pesar de que disfruta de las artes, especialmente de la música, no tiene nada de talento para ello.
~ Es un ávido lector y con frecuencia se encuentra con un libro entre manos cuando no debe atender a sus responsabilidades.
~ Si bien los años lo han vuelto mucho más pacífico, nadie olvida el fogoso temperamento que puede tener ni lo temible que fue en su juventud cuando aún no tenía un firme agarre sobre su naturaleza.
~ Nadie sabe con qué sacia su sed de sangre ni con cuanta frecuencia, solo que tiene un muy buen control sobre ella.
~ De su padre heredó un amor por la herrería. Normalmente se dedica a la confección de armas aunque elementos más delicados como joyas y decoraciones también son de su agrado.
~ En apariencia es la viva imagen de su madre.
~ Desde que ha regresado a Dessembraë tiene sueños extraños, los cuales Nimrodel Mörn se encarga de interpretar.



—MrBrii


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