Guarida II - ROL

Peligroso, tupido y colosal, este bosque es el hogar de la guarida número dos. Custodiado por seres especializados en el combate cuerpo a cuerpo ten cuidado... un golpe no será un tropiezo, sino e fin de tu caminar.

La joven caminó sin preocupaciones a través del bosque, pues su conexión con la naturaleza hacía que esta le abriera paso por donde ella andaba. No le pudo ir mejor, este lugar le beneficiaba al máximo. Esperó.

Junto a ella se materializó una inmensa sombra de casi dos metros, robusta y musculada. En nada se hizo tangible, dejando ver a Chaos, siempre serio, y sin embargo no pudo evitar esbozar una sonrisa, mientras bajaba ligeramente la mirada, enfocando mejor a la chica.
-¿Qué tal, Medan?-Le preguntó con un matiz ronco y cavernoso, apenas con los tonos de un adulto.

Observando a los dos presentes, Zeret yacía sentado sobre sus cuartos traseros al lado de un viejo y moribundo tronco. Tan dorado como el oro, su pelaje se mantenía inmóvil, dejando notar su tranquilidad y serenidad. No movía ni un músculo.
-¿Quienes faltan? ¿Eh?-Una voz ronca y macabra sonó en los tímpanos del Urkanger, logrando sacarlo de su trance de calma-¿Es la hora, hmm? ¿Lo es? ¿Por qué no me hablas? ¿Me odias?-Abyzou atolondraba la mente del joven líder, mereciendo esa única y letal mirada por parte de él.

Medan sonrió al principio, cuando se encontró con Chaos y lo escuchó hablar, hacía tiempo que no lo veía y lo consideraba un buen amigo.
-Chaos... qué gusto verte... - y aunque en apariencia estaba relajada y casi en actitud de convivencia, estaba tan alerta que se diría que exageraba de atención a su alrededor. - ¿Cómo estás? - preguntó naturalmente, con sus ojos bien abiertos y mirada de apariencia inteligente pero alterada. Cuando vio llegar al tercero a penas levantó una mano para saludarlo, y cuando llegó la mujer no pudo más que reír alegre, a diferencia del otro chico, de sus preguntas aceleradas. Pero no le tomó más de dos segundos observarlos bien a ambos, y regresó a Chaos, como esperando su respuesta.

El demonio apenas volvió un poco los ojos para ver a los recién llegados, sin prestarles atención realmente.
-Luchando con ángeles-Le dijo, como si fuera lo más normal del mundo. Hablaba serio, casi sin entonación, como era su costumbre-No falta mucho para que la guerra acabe y coronen al nuevo Señor del Infierno. Después de eso Hannibal estará totalmente libre para ti sola... en el intercambio con el otro clan, quiero decir-Alzó una ceja y una sonrisa casi imperceptible.
Miró en todas direcciones, esperando.

-Comencem...-Una explosión interrumpió las palabras del joven líder de escuadrón, desestabilizando a la demonio que la acompañaba-¡Yarse!-Informó a sus compañeros al ver la inminente emboscada por parte de la Krivhlid a Abyzou-Están aquí.

Medan giró precipitada ante la llegada de la enemiga, la sonrisa nacida por las palabras de Chaos se borró en segundos y fijó toda su atención al campo... o casi toda. Una enorme planta emergió del suelo, golpeando con su grueso tallo a la Krivhlid en las costilla, intentando que Abyzou recuperara la postura y pudiera defenderse.
De pronto apareció otra mujer, Aldahir, cruzada de brazos y con una sonrisa provocativa. Las uñas en sus manos se alargaron y un destello lila las recorrió.

Al sonido del estallido, el primer impulso del demonio fue proteger a Medan, uno de los pocos seres por quien sentía un apego fuerte y genuino. Sin embargo ella había actuado primero. Él gruñó y se preparó cuando apareció Aldahir, tensando los músculos.

RËHIRA
Fueron cuestiones de segundos los que le tomo al fuego poder esparcirse. Antes de aquello tres bolas de fuego habían impactado en diversos lugares, una entre medio de la chica y el Setan, otra en aquel tallo que había surgido de la nada y la última en un gran árbol. Ahora todo lo que implicaba el campo de visión de los allí presentes era humo negro y espeso.
Aprovechando la trampa que había creado, se lanzó hacía el campo de batalla y se escabuyo hasta llegar a sus oponentes, a quienes tajeo con sus navajas. Para cuando el humo se esparcio los oponentes tenían diversas heridas, más a la vistas de todos no había nadie. El fuego seguía consumiendo todo lo que se le interponia.

Apenas el humo nubló todo, Zeret y Abyzou se encontraban cerca de sus compañeros, formando un círculo tal que protegía las espaldas de todos y a la vez la propia. El lobo dorado agachó las orejas, sabía que faltaba un ser por aparecer, y era nada menos que la líder de la guarida.
Abyzou tornó su rostro totalmente divertido y entusiasta, totalmente opuesto al de los demás, agitaba su cola cual perro con hueso fresco, desesperando al Urkanger.
-Bienvenidos sean, Zeret Jëylls, Medan Crisvector, Chaos Setan, Abyzou Zhaulha-Saludó una voz misteriosa, dando más que por sobreentendido que se sabía de quienes se trataba y no por nada lo decía.
Entre tanto humo reinó el silencio nuevamente, dando esos instantes de profunda adrenalina e incertidumbre un mínimo sonido se escuchó: unas fauces bien abiertas de un felino color carbón apareció, lanzada directamente contra la demonio de pelaje marrón, tumbándola y sacándola del circulo y pequeño sector de reducida visión. Nada se escuchó, simplemente Abyzou había desaparecido.

La Crisvector respiró tranquila a pesar del aire contaminado. En poco tiempo sopesó sus opciones que rápidamente se reducían, pero estaba calmada, incluso disfrutando un poco de todo aquello, aunque claro, más valía ser prevenidos. De su cuerpo salieron un sin fin de delgadas pero largas espinas similares en estructura a las de una rosa, excepto que estas estaban envenenadas con una mezcla de su propia creación, sólo para prevenir. Podría fácilmente sacarlos de la nube de humo, pero quizá eso no estaba en los planes de los otros tres, así que aguardó, elevando un círculo alto de gruesas planta que les daría al menos un par de segundos anticipados de aviso para saber cuando alguien se acercaba. Era una lástima que no tuvieran el tiempo de idear un plan... pero ¿Qué se le hacía? Medan buscó de reojo a Chaos, asegurándose de que estuviera bien... y luego se concentró al máximo en su alrededor.

Chaos apenas tuvo tiempo de ponerse en guardia, cuando ya varios acontecimientos habían ocurrido. Su mente y ojos eran rápidos, pero no su cuerpo, al menos no tanto.
-Bueno, ¿Qué nadie piensa aparecer?-Preguntó el demonio con tranquilidad, sin siquiera abrir los ojos. Sabía muy bien que el humo podría hacer que escocieran, y lo que menos quería era tener un sentido nublado.-Que decepción, tener que atacar entre las sombras y luego huir-Dijo tranquilamente, sin mostrar expresión alguna en su rostro.
Al ver la muralla de Medan, la tocó. ¿Con que intención? Nadie, a excepción de su creadora y el Setan lo sabían, únicamente se volvió por completo negra.

-¿Decepción, por qué?-Preguntó una voz escondida aún en la oscuridad, pareciendo rodear a las momentáneamente víctimas-No hay decepción en un buen plan-Aseguró dando la cara, una hermosa jovencita de dorados cabellos y esbelta figura, disipando el humo a medida que avanzaba.
Zeret, el gran Urkanger, enseñó sus colmillos ampliamente, en el pasado había tenido la suerte -o desgracia- de haberse topado con ella, y batallar. No era un hueso simple de roer.

Medan guardó silencio... sintió por un segundo el impulso de responder, pero seguramente no serviría de nada... al menos no si ella lo decía. Al parecer tenían la ventaja sus enemigos... se conocían de antes y sabían lo que estaban haciendo, miró a todos lados como buscando algo que hacer, pero era imposible ver más allá de la nube. Por último miró a Chaos, el único que tenía tiempo de conocer, entrecerró sus ojos, como dándole un mensaje, mientras las plantas rodeaban su cuerpo y la hundían en la tierra.